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La relación entre el pensamiento científico y el contexto amplio en el que se desarrolla es un tema fascinante, casi irresistible[1].
La producción textual del «Círculo de Bajtín» es densa[2]. A veces opaca, a menudo sorprendente, produce en Europa occidental un efecto de extrañamiento que genera incomprensión y malentendidos. Según los lugares y las épocas de su recepción, se ha interpretado esta obra de forma muy diferente, cuando no dispar. Así, el Bajtín
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«francés» de los años 70 era o bien el pionero de la teoría de la enunciación, una especie de discípulo de Benveniste avant la lettre, o bien un nuevo artífice de la teoría marxista de las ideologías[3]; el Bajtín «americano» de los años 80 era un pensador liberal, adversario del totalitarismo estaliniano[4], a veces reivindicado por los movimientos feministas; en cuanto al Bajtín «ruso» de los años 90 se perfila como un pensador moralista y religioso ortodoxo, personalista y profundamente conservador[5]. «Mirado desde el Oeste», Bajtín se inscribe en el movimiento de la muerte del autor, cuando no del sujeto; un movimiento atravesado por un discurso que descansa en la alteridad y la heterogeneidad. Por el contrario, «mirado desde el Este», Bajtín parece orientarse a una reapropiación de sí mismo, en la que el objetivo declarado consiste en afirmar su identidad, el origen del discurso cuyo tema central es la personificación, que provee de autoría y voz a todos los sentidos.
Frente a un pensamiento tan sumamente rico, pero también tan contradictorio, que suscita una oposición entre «bajtinianos» rusos y occidentales[6], los eslavistas europeos pueden e incluso deben actuar como puentes culturales.
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A partir de esa sorprendente confusión / profusión de ámbitos, me propongo aclarar aquí la noción de dialogismo, una de las nociones más conocidas, pero también menos claras o, en todo caso, sometida a un sinfín de interpretaciones divergentes. Ahora bien, sería prematuro pretender abordar frontalmente un problema tan complejo y enmarañado[7]. Por eso, empezaré por hacer unas mínimas observaciones sobre la epistemología histórica y comparada. Con vistas a facilitar su lectura y comprensión en Occidente, trataré de contextualizar la peculiaridad de la noción bajtiniana de dialogismo a partir de las polémicas que, en los años 1920-30, se abrieron en torno a las nociones de pureza e hibridación (de las lenguas, de las culturas, de las razas, des las especies, de los objetos discursivos, etc.). Aventuraré la hipótesis de que la noción de dialogismo debe relacionarse con la crisis del paradigma positivista de la «clausura» de los objetos en las ciencias humanas y sociales según el modelo de las ciencias exactas y naturales, crisis omnipresente en el mundo intelectual europeo del primer tercio del siglo XX. Entonces, debería de aparecer bajo nueva luz el problema de la conciencia, individual o colectiva, que preocupó a Bajtín a lo largo de toda su obra.
La reevaluación del «paradigma» de Bajtín y su círculo exige resituar sus análisis en el marco teórico y filosófico del que son inseparables, al tiempo que se les somete a un análisis comparativo. De hecho, sólo un método comparativo audaz y sin trabas[8] permite iluminar a un autor o una época en contraste con los autores coetáneos y las teorías alternativas.
Pregúntemonos primero: ¿existía una ruptura, una quiebra, entre la Rusia soviética y la Europa occidental de entre-guerras en el ámbito de las ciencias humanas y sociales? Pese al pasado, pese a la lengua, pese a la
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ideología marxista-leninista oficial, ¿sus áreas temáticas, sus problemáticas, eran diferentes o comparables a las nuestras? ¿Podemos suponer una discontinuidad espacial, o incluso temporal, entre Bajtín y sus lectores «occidentales» de hoy en el origen de las interpretaciones divergentes que suscitan el conjunto de los textos de Bajtín?
Por mi parte, sostengo que continuidad y ruptura epistemológicas se compaginan y se solapan. Mediante un trabajo de desvelamiento de las teorías subyacentes al trabajo empírico, mediante una reflexión sobre el objeto de conocimiento estudiado, así mismo sobre los tipos de razonamiento utilizados y puestos en práctica, quisiera explicitar lo implícito, reconstruir la biblioteca ideal de Bajtín, la de su tiempo y la de su espacio.
Es en la estrecha interconexión del aire del tiempo (air du temps) y del aire del lugar (air du lieu) como se puede tratar de llegar a una mejor comprensión de la especificidad de la noción de dialogismo en Bajtín, sin hacer de ella algo raro.
1. LA NOCIÓN DE CRISIS EN LAS CIENCIAS HUMANAS: ¿OBJETOS CERRADOS O OBJETOS ABIERTOS?
1.1. El aire del tiempo
Entre finales del siglo XIX y principios del XX, una palabra aparece de manera inflacionista en toda Europa: crisis. Crisis de los fundamentos de las matemáticas (Cantor), crisis de los fundamentos de las paradojas lógicas (B. Russell), crisis de la representación (pictórica, teatral) con las vanguardias. Por decirlo en una palabra: crisis de la modernidad[9].
Ahora bien, afirmar que estamos en crisis no prueba ni la existencia real de ésta, ni da solución para superarla. Todo lo más puede ser acogida como síntoma de que algo estaba pasando a principios del siglo XX, poco
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antes y poco después de la primera guerra mundial. El estribillo era obsesivo, particularmente en Rusia: «Hoy en día la lingüística europea se encuentra en una situación de desavenencia interna. Diría más: estamos asistiendo a una verdadera crisis del saber lingüístico»[10]. Como señalaba Voloshinov:
En la propia lingüística de la era positivista, marcada por el rechazo de toda teorización de los problemas científicos, y después de la hostilidad tan característica del positivismo tardío, hacia cualquier demanda de una cosmovisión, se ha renovado una conciencia aguda de sus fundamentos filosóficos generales y de sus vínculos con otras ramas del conocimiento. En esta relación da la impresión que la lingüística, incapaz de resolver estos problemas de forma satisfactoria, está atravesando una crisis[11].
En su tesis, Baggioni encara esta crisis como un vaivén entre una lingüística de la lengua y una puesta en tela de juicio de esta lingüística reduccionista por otra lingüística, concebida como una ciencia que tiene otro objeto de estudio: el lenguaje[12]. Tendríamos así una alternativa: por un lado, una disciplina que contempla la investigación en lingüística como ciencia del lenguaje, proceso complejo que integra todas las dimensiones del hablar (Sprachphilosophie como la de Humboldt, neolingüistica en Italia, la escuela de K. Vossler, etc.) e incluiría hoy los distintos tipos de sociolingüística y pragmática; y, por otro lado, una disciplina que contemplaría la investigación como ciencia de la lengua, objeto de estudio estrictamente limitado y que, por ello, excluye numerosos interrogantes considerados como no pertinentes (neogramáticos, lingüísticas estructúra-
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les, etc.). Todo ello hasta reducir el objeto lengua estudiado a una caricaturesca abstracción, por más que las palabras Sprache en alemán y jazyk en ruso dejen sin determinar la elección entre lengua y lenguaje.
Creo que la tesis de Baggioni puede servir de punto de partida, siempre y cuando se la complete con otras dos temáticas: el problema de los límites (del objeto de estudio, y, de la interioridad o exterioridad de la conciencia), por un lado; y el problema más general de la teoría del conocimiento, por otro.
En efecto, Baggioni considera la historia de las ideas lingüísticas de entre-guerras como el paso de un reduccionismo a otro (de los neogramáticos a los estructuralistas), separados por un intervalo, positivo según Baggioni, durante el cual los partidarios de una lingüística del lenguaje pusieron en entredicho, de forma sistemática, una visión restringida de los hechos de lengua. Primero, no admitieron la doctrina positivista de los neogramáticos que hacían de la lengua un objeto cerrado, constituido por unas leyes fonéticas que funcionaban sin excepción[13]. En segundo lugar, tampoco reconocieron su método: empírico y filológico. Finalmente, pusieron en tela de juicio su objeto: una lengua, hecha sólo de sonidos y de formas gramaticales, objeto de una Laut- und Formenlehre. Se trataba, pues, de un derrumbamiento general de los valores del positivismo, por paradójico que fuese hablar de valores con respecto a una ideología que los ignoraba de forma manifiesta. Estos «valores», al defender la idea de que la lingüística es una ciencia natural, fueron poco a poco reemplazados por los de una corriente sociológica, que tiene por lema que la lengua es un «hecho social».
Se puede superar la oposición propuesta por Baggioni si se admite que lo que está en juego no es sólo el objeto de la lingüística, sino también una nueva oposición entre objeto real y objeto de conocimiento (objeto dado / objeto construido) que se perfiló durante el período de
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entreguerras. Ahora, vamos a profundizar en algunos de los aspectos de la obra de Bajtín y su círculo a partir de esa crisis de los fundamentos del conocimiento científico.
1.2. Hibridación: el problema de los 'límites'.
Existe un interrogante en lingüística que parece ausente de las matemáticas: ¿Cómo saber si dos objetos son similares o diferentes? ¿Existe un término medio u otra posibilidad? ¿Se trata de gradación o de continuum? ¿Dónde comienzan y dónde acaban en realidad los objetos de la lingüística?
Es la problemática de las fronteras y de los límites entre las lenguas la que dio lugar a las controversias más vivas a principios del siglo XX. El modelo dominante era, desde Schieicher (1861), el llamado modelo «naturalista» del árbol genealógico[14].
Esa visión naturalista de la evolución de las lenguas, que se desarrolla en el tiempo pero no en la historia (ya que la voluntad humana no puede interferir en ella), manipula objetos de hermética clausura: cada lengua es un cuerpo puro, su organismo (o su esencia) en absoluto puede verse alterado mediante contactos o mezclas. Para Max Müller (1823-1900), la lengua evoluciona de forma natural, siguiendo unas leyes inexorables e independientes de los hechos exteriores. Para los lingüistas naturalistas, la idea de contacto entre lenguas, de rasgos adquiridos gracias a la proximidad geográfica, o de hibridación es un sin sentido, o, como mucho, un hecho teratológico: una lengua mixta sólo puede ser un monstruo[15]. Las lenguas, una vez se perciben como organismos vivos, han de ser necesariamente impenetrables. El modelo de Schleicher impedía todo tipo de contaminación, de difusión, de contacto, de préstamo. Para el naturalis-
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mo, la idea de «mezcla de lengua» no tiene más sentido que la idea de «mezcla de especies» en biología.
Empero, el descubrimiento de lenguas que no encajaban en este marco estricto (por ejemplo, el armenio), o de dialectos fronterizos, no iba a tardar a poner en entredicho estas dogmáticas certidumbres. El principal adversario de la clausura de los sistemas lingüísticos fue Hugo Schuchardt (1842-1927), catedrático en Graz. Según él, no existen más que lenguas mezcladas:
La pronunciación de un individuo no existe sin variaciones. [...] la mezcla sin fin de las lenguas (Sprachmischung) corre paralela con la infinita fragmentación de la lengua (Sprachspaltung): la influencia de un dialecto sobre los demás, que, según los neogramáticos, provoca una perturbación en el carácter sin excepción de las leyes fonéticas, y la progresiva supresión de los matices individuales del habla, que, según los mismos neo-gramáticos, está en el origen del susodicho carácter de la leyes fonéticas, estos procesos de efecto contrario son, en su esencia, idénticos. No son sino grados distintos de mezcla.
Admito la mezcla de las lenguas, incluso en el seno de la comunidad lingüística más homogénea[16].
Pero el aspecto provocador de las tesis de Schuchardt no daba respuesta a todos los interrogantes. Si las lenguas pueden formar lenguas híbridas, ¿implica que permanezcan idénticas? ¿O que abandonen, por ello, su naturaleza inicial? ¿O son ab initio híbridas?
La geolingüística, o estudio de la repartición de la lenguas en el espacio, al descubrir que cada hecho lingüístico (sea fonético, sea léxico)
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tenía su propia localizador), no hizo más que aportar una confusión suplementaria al problema de los límites entre las lenguas[17].
1.3. ‘El aire del lugar’: la especificidad de la situación en Rusia.
¿Se puede o no utilizar la noción de «ciencia normal» que Kuhn[18] forjó para designar un paradigma aceptado por la comunidad científica para tratar de la Rusia soviética de entre guerras?
Hay que tomar en cuenta ciertas especificidades. Primero, está claro que las relaciones científicas entre Rusia y los países occidentales se hicieron cada vez más difíciles a partir de 1929. Los libros ya no llegaban y hubo que contentarse con el contenido de las bibliotecas de antes de la Revolución, muy rico, por cierto, pero en claro desfase respecto del avance de la ciencia occidental. Por otro lado, hay que tener presente que si el francés siguió siendo la lengua de los «Salones» en Rusia, el alemán se consolidó como lengua científica.
Los intelectuales rusos estaban empapados de ciencia alemana. Hegel y Humboldt formaban parte del bagaje obligatorio. Y es con semejante telón de fondo como se recibió el pensamiento de Marx. Si el antipositivismo del círculo de Bajtín corrió parejo al pensamiento científico europeo (véase, por ejemplo, a Bergson, en Francia), es también a partir de esa tonalidad general hecha de idealismo alemán como se debe encarar.
Entonces, veríamos que los trabajos del «círculo de Bajtín» encajan perfectamente en la lingüística del lenguaje, definida por D. Baggioni, aun cuando trataron de tomar distancia respecto de Humboldt y de Vossier, cuyo «subjetivismo individualista» criticaban.
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La cultura científica rusa de la época estaba marcada también por la cesura que existía entre la ciencia de los emigrados y la ciencia soviética. Pero los lazos intelectuales siguieron siendo fuertes pese a las divergencias políticas.
El problema de los límites entre las lenguas, en cuanto rechazo explícito del «positivismo», movilizó tanto a Troubetzkoy (1890-1938), emigrado en Viena, como a N. Marr (1864-1934), representante de la lingüística oficial hasta su muerte en 1934.
N. Troubetzkoy, como Jakobson, se interesó por el fenómeno de la evolución de las lenguas por convergencia, modelo que éstos oponían al modelo clásico de la divergencia. Lenguas con orígenes totalmente distintos pueden acercarse y adquirir rasgos comunes hasta formar «federaciones de lenguas» (Sprachbünde). El modelo que se defendía era el de la biología antidarwiniana de L. Berg (1876-1950), geógrafo e ictiólogo soviético de renombre, quien pensaba que ciertas especies animales podían aproximarse las unas a las otras, por convergencia en un medio ambiente semejante (por ejemplo, las ballenas y los delfines).
N. Marr estaba fascinado por el problema del «cruce» de lenguas. Tenía una posición muy similar a la de H. Schuchardt, e igual que él, rechazaba radicalmente la idea de parentesco genético entre las lenguas.
Los dos modelos tenían un mismo adversario: los neogramáticos, pero no utilizaban los mismos argumentos para ponerlos en entredicho. En Marr, hay una auténtica mezcla en el producto híbrido que emerge del cruce de lenguas de forma que ya no se pueden identificar los elementos iniciales. En Troubetzkoy y en Jakobson, en cambio, la convergencia de las lenguas no produce una mezcla sino una semejanza tipológica, o «afinidad»[19].
En mi opinión, el dialogismo y el concepto de interacción en Bajtín-Voloshinov serían una tercera forma de salir de la misma crisis del
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positivismo[20]. Sería otra respuesta más al interrogante respecto a los límites de los objetos de conocimiento.
2. UNA PSICOLOGÍA SOCIAL: ¿CONCIENCIA INDIVIDUAL O CONCIENCIA COLECTIVA?
El dialogismo de Bajtín-Voloshinov de las años 1920-1930 es tanto una teoría literaria como una psicología social. Es lo que me propongo ilustrar a partir de los textos firmados por Voloshinov.
2.1. La sociedad.
Voloshinov ve la sociedad como una intrusión del exterior en el interior, como una reivindicación de socialización generalizada de todo lo que antes pertenecía al ámbito del individuo. Su anti-psicologismo descansa en un sociologismo generalizado. «No existe experiencia alguna fuera de su encarnación en los signos. Desde el principio, pues, no puede tratarse siquiera de una diferencia cualitativa entre interior y exterior»[21].
Partiré de un texto de Voloshinov, bastante desconocido, aunque traducido al francés por Todorov en 1981[22]. Se trata de «La construcción del enunciado», texto publicado en 1930, es decir, un año después de El marxismo y la filosofía del lenguaje[23]. En este texto, que pretende ser una
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vulgarización científica al uso de los escritores noveles, Voloshinov presenta sus tesis y la orientación general de El marxismo y la filosofía del lenguaje, de forma más explícita, más pedagógica también.
Como en El marxismo y la filosofía del lenguaje, el marco general sigue siendo el de la psicología social, pero se radicaliza la tensión entre dos modelos, dos retóricas. Se trata de la relación entre lo colectivo y lo individual, ya que la sociedad que nos presenta Voloshinov tiene dos caras, bastante distintas. Por un lado, la aparición y la evolución del lenguaje están condicionadas por «la organización laboral de la sociedad y la lucha de clase»[24], pero por otra lado, la «comunicación» se hace «de hombre a hombre», entre individuos que sólo se definen a través de la mutua alteridad, ajena a toda determinación social. La sociedad está compuesta o bien de grupos, o bien de individuos. El locutor representa a veces la ideología de su grupo o clase, mientras que otras veces está en interacción con las voces de sus interlocutores que no son sino sus alter ego. La sociedad pasa así sin problemas de las partes al conjunto, del grupo social a la comunidad global. He aquí los dos modelos incompatibles entre los cuales vacila Voloshinov. El uno se llama «comunidad social» [social’nyj kollektiv] «en la que se realiza la interacción verbal de gente que vive una vida social» [osbschestvennoj zhiznju][25], el otro tiene como nombre el de «clase social», pero es una clase que nunca se presenta en términos antagónicos, sino sólo como colectividad que dispone de una especie de conciencia colectiva. Leamos:
Apenas comenzamos a reflexionar sobre un problema, apenas comenzamos a examinarlo con atención, y de pronto nuestro
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discurso interno — que a veces es pronunciado en voz alta — toma la forma de pregunta y de respuesta, de afirmaciones y de sucesivas negaciones. Para decirlo brevemente: nuestro discurso se fragmenta en intervenciones separadas, más o menos largas, toma forma dialógica.
Esta forma dialógica es clarísima cuando debemos tomar una decisión. Nosotros vacilamos. No sabemos cuál es la mejor solución. Comenzamos a discutir con nosotros mismos, comenzamos a convencernos de la exactitud de una decisión. Nuestra conciencia parece casi dividirse en dos voces independientes que se contraponen una a la otra.
Y siempre una de estas voces, independientemente de nuestra voluntada de nuestra conciencia, coincide con la visión, con las opiniones y con las valoraciones de la clase a la que pertenecemos. La segunda voz es siempre la voz del representante más típico, ideal, de nuestra clase.
«La mía será una mala acción»: ¿desde que punto de vista? ¿Del mío, personal? Pero, ¿dónde he obtenido este punto de vista «personal» si no de los puntos de vista de aquellos por los cuales fui educado, junto a los cuales he estudiado, cuyas ideas he leído en los diarios y he escuchado en encuentros y conferencias? Y si yo refuto las opiniones del grupo social al que hasta ahora pertenecía, es sólo porque la ideología de otro grupo social ha comenzado a dominar a mi conciencia, la ha rellenado, la ha obligado a reconocer la exactitud de la realidad social objetiva que la generó.
«La mía será una mala acción.» Esta «voz» de mi conciencia, en efecto, debería sonar así: «Tu acción será una mala acción desde el punto de vista de los otros, desde el punto de vista de los mejores representantes de tu clase»[26].
Este texto es, por lo menos, sorprendente. La conciencia personal sería la voz de los representantes ideales del grupo social que resuena en la vida interior del individuo. La voz externa invita a imitar el comportamiento de una élite idealizada. En cuanto al diálogo, hipertrofiado,
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idealizado, cubre por completo al espacio que se puede o suele atribuir, en aquella época y en aquel lugar, a la dialéctica. En realidad, la psicología social de Voloshinov y Bajtín está siempre dispuesta a caer en un interaccionismo interindividual, en el pragmatismo, un mero cara a cara, que reconstruye les fronteras de la individualidad y soslaya la imbricación de los tejidos discursivos[27].
De la misma forma, resulta muy difícil encajar en la tradición marxista, por heterogénea que fuese, un libro que nunca jamás trata de identificar algún tipo de formación social y, en su seno, algún que otro grupo social comprometido con determinadas prácticas. Lo único que le importa a Voloshinov es la intrusión de la exterioridad en la interioridad. Reconoce sólo que un enunciado siempre se formula en función de un interlocutor, presente o potencial, pero esa exterioridad no es diferenciada. Sólo se habla de ella con vistas a hacer más permeables las fronteras entre habla interiora habla exterior. Pero no se habla ni se hablará nunca de discursos conflictivos[28].
2.2. El sujeto de habla.
Uno de los objetivos clave del artículo, resumen de las tesis más conocidas de Bajtín en aquel entonces, es precisamente el objeto de la nueva lingüística que Voloshinov propone. Este objeto es el enunciado (vyskazyvanie)[29], «unidad real de la lenguas (rech'), siempre único, siempre concreto, siempre inserto en una situación que Voloshinov llama social, por
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el mero hecho de que implica necesariamente a varias personas, como mínimo, a un locutor y un oyente, que constituyen el auditorio del enunciado. Otra vez, es una sociedad por lo menos sorprendente la que se nos descubre en este texto de psicología social. De hecho, según Voloshinov, el objetivo de la lingüística consiste en «estudiar los enunciados en relación con la situación social que los ha engendrado». Ahora bien, resulta que esta «situación social» tiene la peculiaridad de no estar atravesada por contradicciones. Y por ello, se puede decir que acaba pareciéndose mucho más a la pragmática anglosajona de la escuela de J. Austin que a la teoría de la enunciación de Benveniste. Reúne a unos locutores (unos individuos que hablan) y no a enunciadores que se constituyen como sujetos mediante el proceso de la enunciación[30]. Voloshinov no construye ninguna teoría del sujeto. De hecho, su objetivo más inmediato es el estudio de un tipo de comunicación social entre otras posibles: el tipo literario. Distingue este tipo de otros que se encuentran en el mismo plano:
1) el intercambio comunicativo ligado a la producción — en las fábricas, en las industrias, en el koljós, etc. — ; 2) el intercambio comunicativo de los negocios — en las oficinas, en las organizaciones sociales, etc. — ; 3) el intercambio comunicativo de la vida cotidiana — encuentros y conversaciones por la calle, la permanencia en la mesa social, en la propia casa, etc. — ; y, finalmente, 4) el intercambio comunicativo social en el sentido propio del término: propagandístico, escolar, científico, filosófico, en todas sus variaciones[31].
La sociedad no está atravesada por conflictos o contradicciones. Está hecha de «situaciones» que reúnen a «personas» que, si bien están en
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situación de alteridad mutua, se parecen mucho debido a su conocimiento exacto de lo que se debe decir y de cómo se debe actuar en cada «situación». Una comunicación social en la fábrica tiene lugar entre pares, nunca entre obreros y capataz. La «situación» es más un lugar determinado del espacio social que un encuentro dentro de relaciones de fuerza. Por lo que se refiere a la literatura, unas veces es un tipo de comunicación, otras se yergue al rango de reflejo de los otros tipos de comunicación.
La situación representa el conjunto de elementos que hay que conocer (los interlocutores, el contexto inmediato, la historia previa, etc.) para comprender un enunciado. Acabaré con esta noción de comprensión. Al contrario que la teoría del discurso de los años 1970-80 que integra la noción de inconsciente (M. Pécheux), al contrario de lo que significa la noción de ideología en la Ideología alemana de Marx (1845)[32], todo el texto de Voloshinov presupone, e incluso afirma, que el mero conocimiento de la situación de un enunciado basta para comprender el sentido. Sólo hay un sentido por descubrir, uno sólo, que se da en su totalidad a quien sepa reconstruir la «situación» en su unicidad e integridad. Es pues la situación concreta que dota de senado, totalmente interpretable, sin malentendidos y sin deslices[33].
Por cierto, y he aquí el punto crucial de la argumentación de Voloshinov, no existe verdadera interioridad, ya que todo tiene lugar en el plano
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de la interacción verbal, incluso cuando se trata de un aparente monólogo interior. Pero la alteridad, intrusión de una voz ajena en la conciencia de otro individuo, se ve como mera alteridad: sólo existen «otras» personas, no otros grupos sociales antagonistas. Incluso aunque Voloshinov hable de clases no las sitúa en escena. Para Voloshinov, lo que importa es que la vida es un teatro donde cada uno tiene un(os) papel(es), donde se intercambian réplicas, orientadas hacia un interlocutor determinado y que un tercero podrá comprender siempre y cuando conozca el contexto situacional.
Cada enunciado [por enunciación] de la vida cotidiana [...] comprende, además de la parte verbal expresada, también una parte no verbal, inexpresada pero sobreentendida — situación y auditorio —, sin cuya comprensión no es posible entender el enunciado mismo [por enunciación][34].
Voloshinov remite a su propio texto. El marxismo y la filosofía del lenguaje :
El género de la vida cotidiana es una parte del ambiente social: el de la fiesta, del tiempo libre, del intercambio comunicativo social en el salón, en la oficina, etc. El coincide con este ambiente, es delimitado por él, y todos sus aspectos interiores resultan determinados por él[35].
El «ambiente social» para Voloshinov tiene poco que ver con lo que entendemos hoy por «ambiente social»: es más un medio en el sentido biológico, o más bien ecológico, de medio ambiente. Igual que el pez no puede vivir fuera del agua, el locutor no puede expresarse fuera de una situación social (definida como intercambio entre pares).
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Por ello, creo que es erróneo hablar de una «teoría de la enunciación» en Bajtín. Si se traduce «sobytie vyskazyvanija»[36] (literalmente «el acontecimiento del enunciado») por «enunciación»[37] no sólo se cae en un grave anacronismo, sino también se da otra orientación a la teoría de Bajtín-Voloshinov, que implica una lectura del «locutor» bajtiniano como si fuera «sujeto de la enunciación». Es decir, leemos a Voloshinov-Bajtín a través de las categorías de Benveniste[38].
* * *
Conclusión
Espero haber llegado a mostrar que no se puede entender la concepción de Bajtín y su círculo sin conocer el contexto inmediato de su pensamiento. Este contexto tiene que ver con una reinterpretación de la oposición mecanicismo vs. organicismo del pensamiento romántico alemán, que volvió a surgir para tratar de superar la crisis del positivismo. El marxismo de Bajtín-Voloshinov está muy alejado de la forma en que se pensó el marxismo en la Europa occidental de los años 1970-80. Estos autores transgreden los límites de la individualidad psicológica por medio de la intrusión de las «voces» exteriores, inscriben todo proceso de comunicación en el campo de lo «ideológico», rechazan los límites estrictos de la lengua de los lingüistas. Pero todo ello lo hacen con vistas a reconstituir mejor una sociabilidad concebida como un escenario de teatro donde se intercambian réplicas entre individuos, quienes, siempre
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y cuando sean respetuosos con los otros, tienen en cuenta sus «acentos», sus «juicios de valor». El individuo no existe sino a través del grupo al que pertenece. Este grupo está compuesto de otras «personas».
Voloshinov-Bajtín son hijos de su tiempo y de su espacio: ponen en entredicho los límites de la persona, mas éstos vuelven a aparecer sin cesar. Pueden ufanarse de que el enunciado, entendido en relación con su «situación», es siempre único, siempre particular. Pero es por su epistemología por lo que nos dejan hambrientos: ¿Cuál es esta ciencia del objeto único y al tiempo vinculado con todo? ¿Cómo construir una teoría del conocimiento de lo que no es reiterable?
[Traducción de Benedicto Vauthier y Juan Miguel Valero Moreno]
[1] D. Todes, Darwin Without Malthus (the Struggle for Existence in Russian Evolutionary Thought), Nueva York & Oxford: Oxford University Press, 1989, pág. 3.
[2] Por círculo de Bajtín, se entiende un grupo de amigos que, en los años 1920-1930, solían reunirse y trabajar juntos. Además de Bajtín, se cuenta a Matvej Isaevitch Kagan (1889-1937), Pavel Nikolaevich Medvedev (1891-1938), Lev Vasil'evich Pumpjanskij (1891-1940), Ivan Ivanovich Sollertinskij (1902-1944) y Valentin Nikolaevich Voloshinov (1895-1936). No tomaré aquí cartas en el asunto de la atribución de paternidad de los «textos controvertidos» de Medvedev y Voloshinov. Esta cuestión no me parece esencial. Nos las habemos con un conjunto de textos publicados, es de ellos de los que hay que partir.
[3] Cf. B. Gardin, «Volochinov ou Bakhtine?», La Pensée, febrero de 1978, págs. 87-100. Gardin presenta el trabajo de Voloshinov como una «nueva rutpura epistemológica», que reemplazaría a la ruptura hasta ahora falsamente atribuida a Saussure (pág. 88).
[4] Cf. C. Brandist, «Politicheskoe znachenie bor'by s idejami Sossjura v rabotax shkoly Baxtina» [La significación política de la lucha contra las ideas de Saussure en los trabajos de la escuela de Bajtín], Dialog. Karnaval. Xronotop, Vitebsk, 2 (1995), págs. 32-43. En Alemania, véase también H. Gunther, «Michail Bachtins Konzeption als Alternative zum sozialistischen Realismus», V. Zima, ed., Linguistics and Literary Studies in Eastern Europe, vol. V, Semiotics and Dialectics, Amsterdam : John Benjamins, 1981, págs. 137-177.
[5] Véanse V. Kozhinov «Kniga, vokrug kotoroj ne umolkajut spory» [Un libro que no deja de suscitar discusiones], Dialog. Karnaval. Xronotop, Vitebsk, 4, 1995, págs. 140-147, y S. S. Averincev «Lichnost' i talant uchenogo» [La personalidad y el talento del científico], Literaturnoe obozrenie, 10, 1976.
[6] Cf. M. Steinglass, «International Man of Mystery The Battle over Mikhail Bakhtin», [s.d], http://www.linguafranca.com/9804/steinglass.html.
[7] Para la noción de dialogismo, véanse I. Ivanova, «Spécificités de l'étude du dialogue dans la linguistique russe», Histoire Epistémologie Langage, 12, fasc. 2 (2000), págs. 117-130 y S. Romashko «Vers l'analyse du dialogue en Russie», Histoire Epistémologie Langage, 12, fasc. 2 (2000), págs. 83-98.
[8] Para la filosofía del método comparativo, véase M. Détienne, Comparer l'incomparable, París: Seuil, 2000.
[9] Para la noción de crisis de la modernidad, véase G. L. Mosse, The Crisis of German Ideology. Intellectual Origins of the 3rd Reich, Nueva York: Howard Fertig, 1981.
[10] G. O. Vinokur, Kul'tura jazyka. Ocherki lingvisticheskoj texnologii [La cultura de la lengua. Ensayos de tecnología lingüística], Moscú: Rabotnik prosveschenija, 1925, pág. 9.
[11] V. N. Voloshinov, El marxismo y la filosofía del lenguaje. Los principales problemas del método sociológico en la ciencia del lenguaje, trad. de T. Bubnova, Madrid: Alianza, 1992, pág. 26.
[12] D. Baggioni, Langue et langage dans la linguistique européenne (1876-1933), 3 vols., Lille : Atelier de reproduction des thèses, 1986, págs. 10 y 18.
[13] August Leskien formuló con extrema agudeza y rigor el principio neo-gramático de las leyes fonéticas absolutas en la introducción de su libro Die Deklination im Slavisch-Litauischen und Germanischen, [s.l.], 1876, pág. XXVIll: «Die Lautgesetze wirken ausnahmslos», es decir, las leves fonéticas actúan sin excepción.
[14] Cf. A. Schleicher, Compendium der vergleichenden Grammatik der indogermanischen Sprachen, Weimar: Böhlau, 1861-1862.
[15] Sobre la lingüística naturalista en Francia, véase P. Desmet : La linguistique naturaliste en France (1867-1922). Nature, origine et évolution du langage, Lovaina-París: Peeters, 1996.
[16] «Mischungstufen» de H. Schuchardt, Über die Lautgesetze (Gegen die Junggrammatiker), Berlín: Oppenheim, 1885, pág. 39 y sigs. (reed. en L. Spitzer, Hugo Schuchardt-Brevier, Ein Vademekum der allgemeinen Sprachwissenschaft, Halle: Max Niemeyer Verlag, 1922, págs. 43-99. Citas en págs. 52 y 56, respectivamente).
[17] Véanse los trabajos de Gilliéron. Para la cuestión del profundo desánimo epistemológico que suscitó la geolingüística a lo largo de los años 1910-1930, véase P. Sériot, Structure et totalité. Les origines intellectuelles du structuralisme en Europe centrale et orientale. París : PUF, 1999, cap. IV.
[18] T. S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions (International Encyclopedia of Unifeda Science, 2:2), Chicago: University of Chicago Press, 1970.
[19] Todo gira en torno a la interpretación de la palabra alemana Verwandschaft : parentesco (semejanza heredada) o afinidad (semejanza adquirida).
[20] Sobre el contexto anti-positivista de la época de Bajtín, véase B. Nerlich «Structuralism, Contextualism, Dialogism. Voloshinov's and Baxtin's Contributions to the Debate About The 'relativity' of Meaning», Historiographia Lingüistica, 27, 1 (2000), págs. 79-102.
[21] V. Voloshinov, El marxismo y la filosofía del lenguage, citado por T. Todorov, Mikhail Bakhtine. «Le principe dialogique» suivi de «Écrits du cercle de Bakhtine», París: Seuil, 1981, pág. 70.
[22] V. N. Voloshinov, «Konstrukcija vyskazyvanija» [La construcción del enunciado], Literaturnaja ucheba, 3 (1930), págs. 65-87. (Todorov tradujo el artículo al francés: «La structure de l'énoncé», en T. Todorov, ob. cit., págs. 287-316.)
[23] [Nota de los traductores: Se ha traducido el artículo citado al español pero a partir del italiano. Citaremos la traducción española disponible, pero cotejándola y corrigiéndola, en ciertos casos, según la versión francesa de Todorov. En español, el texto se titula «La construcción de la enunciación [sic]. Está publicado en A. Silvestri y G. Blanck, Bajtín y Vigotski: la organización semiótica de la contiencia, Barcelona: Anthropos, 1993, págs. 245-276].
[24] V. Voloshinov, «La construcción de la enunciación», pág. 245.
[25] V. Voloshinov, ob. cit., pág. 246.
[26] V. Voloshinov, ob. cit., págs. 252-253.
[27] . J. Authier puso de relieve esa deriva pragmátiga del dialogismo («Hétérogénéité montrée et hétérogénéité constitutive : éléments pour une approche de 1'autre dans le discours», DRLAV, 26 [1982], págs. 91-151).
[28] Cf. M. Angenot, «Bakhtine, sa critique de Saussure et la recherche contemporaine». Etudes françaises, 20, n° 1 (1984), págs. 7-19.
[29] . [«L'essence véritable de la langue est l'événement social de l'interaction verbale, réalisé par l'énoncé» (Voloshinov, 1930, pág. 66). «La esencia efectiva del lenguaje está representada por el hecho social de la interacción verbal, que es realizado por uno o más enunciados [por enunciación»] (V. Voloshinov, ob. cit., pág. 246).
[30] Es imposible encontrar en Bajtín o Voloshinov la idea, fundamental para Benveniste, que «es en y por el lenguaje que el hombre se constituye como sujeto» (E. Benveniste, Problema de linguistique genérale, I, París: Gallimard, 1966, pág. 259). A diferencia del locutor, el sujeto de la enunciación no preexiste al acto mismo de la enunciación.
[31] V. Voloshinov, ob. cit., pág. 247.
[32] En Marx y Engels, la ideología se define ante todo como una falsa conciencia. El pensamiento cree que se desarrolla de forma libre cuando, en realidad, y sin que el pensador se dé cuenta de ello, refleja los acontecimientos sociales y económicos que lo determinan. Hay cierto desacuerdo entre lo que el hombre hace y lo que cree hacer. La ideología es una especie de ilusión o engaño. Para Bajtín-Voloshinov, en cambio, esa conciencia nunca es falsa. Es un lugar de enfrentamiento entre distintas voces, que vienen de una sociabilidad concebida como exterioridad. En Francia, después de mayo de 1968, se recibió e interpretó a Bajan en la línea marxista de los trabajos de L. Althusser («Idéologie et appareils idéologiques d'État: notes pour une recherche». La Pensée, junio de 1970, págs. 3-38). Esta lectura escandaliza a muchos intelectuales rusos de hoy.
[33] No hay que olvidar que Voloshinov es el autor de un libro extremadamente crítico con el psicoanálisis: Frejdizm, kriticheskij ocherk, 1927.
[34] V. Voloshinov, ob. cit., pág. 248.
[35] V. Voloshinov, ob. cit., pág. 249. Es una cita de El marxismo y la filosofía del lenguage.s
[36] V. Voloshinov, «Konstrukcija vyskazyvanija» [La construction de l'énoncé], Literaturnaja ucheba, 3 (1930), pág. 76.
[37] T. Todorov, ob. cit., pág. 69.
[38] Por lo que se refiere al peligro de una confusión entre pragmática y teoría de la enunciación y de los malentendidos que provienen de una lectura superficial de la producción lingüística en Rusia, véase P. Sériot, «Le sujet de l'énonciation dans la linguistique soviétique actuelle. Sur la réception de l'œuvre de Benveniste en URSS», Revue des Etudes Slaves, LXII/1-2, págs. 395-401.